5.05.2008

ISLAS GALÁPAGOS























Cuando sopesamos la posibilidad de realizar un viaje por Ecuador, pensamos en un viaje en el que los niños a la vez que apreciaran la cultura de un pueblo, pudieran ver uno de los lugares naturales más increíbles de la tierra. Una de las sensaciones más extraordinarias que hemos sentido nunca fueron los primeros encuentros con la imponente naturaleza de las islas Galápagos.



Ya he dicho antes que nosotros habíamos contratado desde Madrid a través de Internet, el crucero por las Islas Galápagos. Podíamos haberlo contratado todo en Ecuador, pero dado que íbamos con niños muy pequeños, preferimos concentrar nuestra energía en su bienestar durante el viaje.
Merece la pena visitar por tu cuenta Ecuador, no deja de ser caro un viaje a este destino, pero para cinco personas que éramos y comparado con lo que una agencia nos cobraría por el itinerario que hicimos, sigue siendo un viaje mucho más barato. Quitando los billetes de Avión transoceánicos, el país es barato en general y los transportes y la comida en particular, aparte de ser un país pequeño y accesible.

Pero si realmente se viaja con tiempo yo me aprovecharía de ciertas ventajas: Por ejemplo la avenida de Amazonas de Ecuador está llena de agencias para hacer cruceros por las Galápagos. Muchos de estos barcos tienen un cupo que no han cubierto y si se tiene paciencia, se regatea y se pregunta en varios sitios, se pueden conseguir precios buenísimos. Así que ánimo.


























DOS TIPOS DE BARCOS

En este aspecto acertamos de pleno. Para hacer un crucero por las Galápagos, existen varios tipos de barcos. Algunos son de tamaño inmenso con toda clase de lujos, impersonales y que pueden albergar más de 200 turistas, suelen visitar las islas más grandes. Luego tenemos otro grupo de barcos con pasajes más reducidos y con diferentes categorías, a vela o a motor, suelen tener de 5 a 6 camarotes y alojan de 12 a 15 turistas.

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Yo aconsejo viajar en uno de estos últimos por muchísimos motivos, estos barcos pequeños sin dejar de visitar los sitios más importantes de las islas, hacen también recorridos por islas más pequeñas y tranquilas. No es lo mismo visitar una isla con 200 turistas más, que con 12 personas. Aparte de esto los barcos pequeños fondean para dormir muy cerca de playas bellísimas. Los accesos a las islas son siempre silenciosas y con zodiac neumáticas que salen del propio yate.
Todos los barcos(también los grandes) tienen unos guías profesionalísimos que conocen exhaustivamente, la vida, flora y fauna de todas las islas y dan detalles muy completo durante todo el viaje tanto en ingles como en español.
Otra ventaja de los barcos peques, es que te puedes tirar del barco en cualquier momento al mar para nadar o bucear. Por otra parte la vida a bordo es más agradable y tranquila y enseguida te haces amigo de los demás turistas y la tripulación, no hay masificación.
Estos barcos suelen hacer los traslados casi siempre de noche, por lo que la posibilidad de marearse es menor, al estar la gente dormida.
A la hora de escoger un barco yo escogería uno pequeño con camarotes y un pequeño baño privado, pero si el bolsillo no llega los hay más económicos y con baños colectivos. Estos barcos peques incluyen la pensión completa, menos la bebida, aunque hay una cuota de agua al día gratis.
Es importante llevarse equipo de buceo si se es aficionado al submarinismo, aunque sea solo con gafas, aletas y tubo, porque si no la tripulación te lo prestará gustosamente, y también “gustosamente” te presentaran una buena factura al final del crucero por el alquiler de material. Por supuesto que merece la pena mirar bajo las aguas, yo diría que es obligatorio.
Nuestro barco era el yate Fragata con 8 camarotes para turistas y 16 plazas, no iba completo.
Allí nos juntamos una familia francesa con dos niñas de 12 y 10 años, una pareja de jóvenes holandeses, una mujer austriaca con su madre de 72 años, un americano de Illinois y un inglés que bebía como nadie, contándonos a nosotros éramos 13 turistas más la tripulación de 5 personas capitán, cocinero…
La verdad es que habiendo cinco niños en el barco, las dos francesas y los tres nuestros, no fue difícil que enseguida entablaran amistad, y los mayores en un espacio tan reducido no tardamos en imitarles.


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